Críticas
Pedro Rocha: poeta brasileño del siglo XXI
Por Martin Camps (Mexico / EUA)
(11. Río de Janeiro: Azogue Editorial, 2002)
Lo primero que me llamó la atención de las lecturas de poesía en Brasil es que los poetas no se han olvidado de cantar. En una lectura de poesía en la librería Letras & Expressões de Leblon en Rio de Janeiro, que por cierto empieza a la medianoche, cuando la librería se ha cerrado, algunos poetas leen de la manera regular, seria y pausada frente al micrófono, pero otros optan por el performance y por cantar maravillosamente sus poemas. La melopeia, de la que hablaba Ezra Pound, es una vertiente viva para los cariocas, así como la experimentación poética de los neoconcretistas. Pedro Rocha (Río de Janeiro, 1976) es un poeta joven asociado con el CEP 20000 o el Centro de Experimentación Poética lidereado por otro gran poeta, llamado Chacal. Pedro es también actor de teatro y músico.
En su libro 11 que tiene una estampilla en la portada de san Giorgio Mártir tenemos a un poeta, que como dice Chacal en la primera página es “un cantor de cinco mil voces” de varios registros y que gusta de los juegos de palabras, que permite la generosa y rítmica lengua portuguesa, por ejemplo: no laço que faço meu abraço [en el lazo que hago me abrazo] o la especialidad de la página en el poema “PALAVRAVAI”.
La poesía para permanecer viva debe ser siempre experimental, es decir, ningún poeta, espero, inicia un libro esperando escribir un ringlero de poemas iguales, en fondo y forma. En Rocha tenemos tenemos poemas nuevos, que intentan tensar los límites de lo dicho, por ejemplo en la sección llamada “Torpedros: para mensajes de texto en caja de entrada de teléfono celular” como una imaginativa actualización del haikú japonés (que estaba acompañado por un dibujo), los “torpedros” están diseñados para el espacio contemporáneo digital. Dice el primer texto:
mi amor
me cuidan tus ojos
cuando alzo mis labios
en el sabor flor que la vida gana
cuando tus besos ganan mi deseo (49)
En algunos poemas existe el tema de la separación y de las accidentadas relaciones en pareja, por ejemplo en el siguiente poema “Lo mejor del amor es cuando termina” dice:
Y poder ver con buenos ojos / aquella persona que empezaste a odiar tanto
[…]
Y la mejor cosa del mejor día de su vida / Es cuando llega la hora de dormir. (p. 91)
Pero es sin duda la sorpresa ante las posibilidades del lenguaje mismo lo que impulsa la poesía de Rocha. En la última sección titulada “correspondencia de guerra” encontramos una serie de correos electrónicos del autor que es un indicio de la importancia de encontrar nuevas maneras de expresión con la computadora, con las redes sociales de interacción y el correo electrónico como nuevas posibilidades de exploración. Pero también está presente la ineludible belleza natural de Brazil, por ejemplo el poema que inicia así: “la laguna trabaja / en un sistema de lodo […] avanza silenciosa dentro de la ciudad/ Resguarda a Río [de Janeiro] que no nos pertenece” (p.124)
En resumen, Pedro Rocha es una poeta original que conoce muy bien la tradición poética brasileña y la destila en poemas que tienen la mirada puesta en el futuro, en la actualización del lenguaje poético que responde a los nuevos lenguajes tecnológicos y que preserva los ritmos brasileños, la música y la experimentación visual que distinguió la modernidad poética desde la Semana de Arte Moderna de 1922.
Chão inquieto (7letras, 2010) Pedro Rocha
Por Martin Camps (Mexico /EUA)
Chão Inquieto (Restless Ground) is Pedro Rocha`s youngest book of poems. I believe there`s no better title to describe the momentum Brazil goes through; a country a little bigger than the United States with a vibrant population that will become, as the statesmen and economists say, one of the main actants in this century that starts to rise. This, I say, because for a long time Brasil stayed inside the limits of the borders crossed by the Tordesillas treaty, that imaginary line wich, during the colony period, divided the hispanic speaking territories from the lusophone world. Now, this borders seem more volatile and appears to encrease, not only Brazil`s interest in learning spanish but also the will of Latin America in learning portuguese. I hope that this cultural cross-pollination takes us all to a deeper knowlegde of the classic and the outcoming writers rising through the immense brazillian cultural production. Cities like Rio de Janeiro, Sao Paulo, Curitiba, with great cultural tradition that we shouldn`t lose sight of, and, on the contrary, should wise up to rummage what is being done on these latitudes and swap readings and readers.
In this book, as I was saying, Pedro Rocha, that speaks Spanish as well as his native portuguese, has the urban geography of Rio de Janeiro as ground, his home city, more specifically in Leblon, just beside Ipanema. The title of the poemary is very fortunate, the “uneasy ground” that also talks about the telluric motions wich have its epicenter in poetry. There`s no doubt, poetry (as we say in Mexico) “pulls the rug from under” to teach us to see the world through fresh eyes, to resist the day-to-day battle and the timed hours that forbid us to look at life as timeless, wich goes inside our own inner world. Rocha says:
Escolher os passos pic out steps
Descalçar o chão take off the floor
Desse povo na raiz de um pulo from this folk in the root of a hop
Que se prepara that prepares
E propaga” and spreads
(Radicais Livres 23) (Radicals Free 23)
We also find in his poetry,a critique to poetry readings, this weird organization that appears when one reads a poem before an audience. In “Sobre não saber do quê se trata um sarau de poesia hoje” (29) (“About not knowing what a poetry event nowadays is about”, the author says: “chato é teatro música fácil o poema é volátil” (“tedious is theatre/ music easy / the poem is airy”). What do we do when, indeed, in this poetry “lectures”, we put ourselves behind the microphone, behind a table, a chair, a water bottle and read? How wrong are we, thinking that this is the only role of poetry, this that goes on in the locutionaries, in these half-hour presentations where we listen badly and read poorly.
Pedro Rocha`s poetry is worried about the sound, through this delicious way that brazillian poetry sings to our ears, at least to my ears, used to spanish. The poems in portuguese persuade me for they come into my ears with the smooth sight of the guttural sounds that come from the musicality of a poetry that`s been singing for years and that always sings beautifully. For exemple, in “Corpo Oculto” (“Hidden Body” ) the poet tells us:
“Esse poema pobre sem contracheque
ganhou, sem pedir, crédito no banco mais rico.” (39)
“This poem, poor, no paycheck
got, not asking, credit from the richest bank.”
Rocha`s poetry also nourishes it self of his acting skills. A poet that can convert poem into spoken act, performatic, interested in sound and image. In the book blanks slide forceing the rythim of the reading, giving the verses space and air. A word is repeated on page 67: “tu” (“u”) like an echo that expands through page 68 with a vanguard manner and, if you want it, even Concrete. Indeed, the lesson of Concretism in Brazil is hard to forget: the use of the space, consolidation of the abstract of a poetic object with specific weight. It seems that part of this influence shows in the photos that are responsable for the parting of the chapters. This images help ekphrastically to solidify the poemary, to stablish the epicenter. The poet says in one of the closing poems :
“porque me importa muito que a vida / seja essa janela aberta onde a paisagem // se move” (84)
“for to me it quite matters that life/ is this open window where the landscape// moves”
Indeed, life is this open window where the landscape moves, but moves because poetry allows us to notice the motion, even slow, of things scuttleing through time. Life only happens when it happens towards/in us and poetry keeps one awake, with the windows wide open to the world.
Chão inquieto (7letras, 2010) de Pedro Rocha (1976) es su libro más reciente de poesía, Creo que no hay mejor título para describir el momentum por el que pasa recientemente Brasil, un país poco más grande que Estados Unidos y con una población vibrante que se convertirá, como ya lo han dicho los estadistas y ecónomos, en uno de los actantes principales en este siglo que ya empieza a tomar vuelo. Digo esto porque Brasil por mucho tiempo se había mantenido en los límites de las fronteras trazadas por el tratado de Tordesillas, en aquella línea y frontera imaginaria que durante la Colonia dividía los territorios de la España hispanoparlante y el mundo lusófono. Ahora, estas fronteras parecen más volátiles y parece crecer el interés tanto de Brasil por aprender el español como de América Latina por aprender portugués. Espero que la transpolinización de estas culturas nos lleve a conocer con más profundidad a los clásicos y autores que actualmente despuntan en la enorme producción cultural brasileña. Ciudades como Río de Janeiro, Sao Paulo, Curitiba, con enorme tradición cultural que no debería pasarnos de largo, sino al contrario hacernos más atentos por explorar lo que se está haciendo en estas latitudes y por intercambiar lecturas y lectores.
En este libro, como decía, Pedro Rocha, quien habla tan bien el español como su portugués nativo, explora por el tema del espacio de Rio de Janeiro, su ciudad de residencia, más específicamente en el barrio de Leblon, cerca de Ipanema. El título del poemario es muy afortunado, el “suelo inquieto” que habla también de los movimientos telúricos que tienen su epicentro en la poesía. Sin duda, la poesía (como decimos en México) “nos mueve el tapete” para enseñarnos a ver el mundo con renovados ojos a resistir los embates de lo cotidiano y las horas cronometradas que nos impiden ver la vida sin tiempo, que discurre hacia adentro de nuestro mundo. Dice Rocha:
Escolher os passos
Descalçar o chão
Desse povo na raiz de um pulo
Que se prepara
E propaga” (Radicais Livres 23)
En su poesía también encontramos una crítica a las lecturas de poemas, a esa organización extraña que se lleva a cabo cuando se lee poesía frente a un grupo de personas, dice, por ejemplo en “Sobre não saber do quê se trata um sarau de poesia hoje” dice el autor: “chato é teatro música fácil o poema é volátil” (29). En efecto, ¿qué hacemos cuando damos lecturas de poesia, cuando nos apostamos trás un micrófono, trás una mesa, una silla, una garrafa de agua y leemos? Qué tan errados estamos cuando se piensa que esa es la única función de la poesía, lo que sucede en esos locutorios, en esas media horas de presentaciones donde se oye poco y se lee menos.
La poesia de Pedro Rocha es una poesía que se preocupa por el sonido, por esa manera deliciosa que tiene la poesia brasileña de sonar, de cantarnos al oído, al menos a mis oídos acostumbrados al español, la poesia en portugués me persuade porque entra a mis oídos con la visa suave de los sonidos guturales, de la musicalidad de una poesia que lleva años cantando y que siempre canta bien. Por ejemplo, el poema “Corpo oculto” el poeta dice:
“Esse poema pobre sem contracheque
ganhou, sem pedir, crédito no banco mais rico.” (39)
La poesia de Rocha se nutre también de sus habilidades actorales, de poeta que puede hacer un “performance” de una poesia hablada, performática, interesada en el sonido, pero también en lo visual. En su libro se deslizan espacios en blanco que imprimen un ritmo en la lectura, que le dan espacio y aire a los versos, por ejemplo, en la página 67 se repite la palabra “tu” como un eco que se expande por toda la página 68 como un recurso vanguardista y si se quiere, hasta concretista. En efecto, la lección del concretismo en Brasil es un lección difícil de olvidar: el uso del espacio, la consolidación de lo abstracto en un objeto poético con peso específico. Creo que parte de este interés son las fotografías que acompañan en el libro como divisiones de las secciones
Estas imágenes ayudan ecfrásticamente a consolidar el poemario, a establecer el epicentro. Dice el poeta en uno de los últimos poemas que cierran el libro: “porque me importa muito que a vida / seja essa janela aberta onde a paisagem // se move” (84). En efecto, la vida es esa ventana abierta donde el paisaje se mueve, pero se mueve porque la poesía nos permite percibir ese movimiento, aunque lento, de las cosas que se desplazan por el tiempo. La vida sólo sucede cuando nos sucede a nosotros y la poesía nos mantiene alertas, con las ventanas abiertas al mundo.
1
MÁQUINA, ORGANISMO, SISTEMA
Presentación de Nervo Verso de Pedro Rocha
Por Héctor Hernández Montecinos
I
El presente digital parece más bien un pasado. Hay tanta nostalgia como ruinas en todo lo que aparece en una pantalla y luego se disuelve que de seguro los futuros posibles no se parecerán a nada que podamos haber imaginado. Lo único posiblemente cierto es que sea espectacular o espectral que, en efecto, son las dos características de lo que se consume en la red. Fantasmas y entretenimiento, quimeras, restos de luz en medio de una gran oscuridad.
II
Uno de los artefactos de Nicanor Parra se llama “El insecto de Edison” y no es otra cosa que el interior de una ampolleta rota. Pero uno sabe que ese no es el insecto. ¿Cuál es? Una luciérnaga dirán los espectaculares; una polilla, los espectrales. Ciertamente quienes enloquecen con la luz y se dan de cabeza contra las pantallas son los muertos y las mariposas nocturnas quienes le siguen en el cortejo que es la propia civilización. La luz de la razón oscureció la mente: es una primera paradoja. Una segunda es que todo lo que brilla desaparecerá.
III
Escribir un libro, un libro de poesía, cada vez parece ser un gesto de otra época, de catacumbas y noches de bohemia, de anaqueles llenos de polvo de donde uno saca una edición gastada para buscar una cita, de páginas marcadas, de papeles y cuadernos llenos de notas, de libretas que se perdieron y hubo que recordar. Un libro de poesía es quizá la primera reliquia de la modernidad y no es de extrañar que sea la última. Incunables y libros piratas, cuneiformes y algoritmos. Hay un secreto en la escritura que para quien escribe no es secreto aunque nunca llegue a saber de que se trata. Al menos en vida porque la vida es ese secreto.
IV
Pedro Rocha ha escrito un libro de poesía en el bosque de la civilización. Sin luz ni dispositivos más que una máquina de escribir y el papel que siempre será la raíz de la literatura, su estado vegetal, las esporas de sentido que infectan y colonizan el interior de otros cuerpos para que nuevos jardines de los delitos, del Edén, de Babilonia, de Aláh, ocurran en la imaginación de la imaginación.
V
Nervo Verso como si fuera una sola palabra que se transluce a través del fuego que devora todo lo escrito. Una transposición del sistema nervioso y el más allá del sistema
2
solar. Todo lo que hay entre la mente y el universo son galaxias y palabras y para quien celebra los ritos ancestrales son simplemente lo mismo. La máquina de escribir es el telescopio para mirar las miniaturas del mundo. Los detalles de esas células que algunos llaman humanos. Las efímeras vidas de quienes logran mantenerse de pie en el enfebrecido baile de los continentes.
VI
Poemas que fueron escritos entre el 2015 y el 2018, es decir, antes del fin del mundo. Poemas que atestiguan un final, un término, un cierre y cuyo rostro es el de esa máquina de escribir, mimeografiados en el agónico rictus de la historia, los rastrojos de un tiempo que no quiere volver a mirar a su ángel de rodillas. Poemas que se saben poesía, cuerpo que se sabe espíritu, errores que se saben parte de la verdad que es siempre el momento de la escritura. El resto es literatura.
VII
Vidas de insectos, de niñ@s, hij@s, amig@s, mujeres y hombres que se besan. Parques, hospitales, autobuses, jardines botánicos, calles. Más máquinas de escribir, micrófonos, martillos, sillas, latas, escobas, limones, naranjas, peras, Whatsapp. Río de Janeiro como ciudad olímpica. Desastres naturales, políticos, económicos, sociales, atentados. Lula, Allende, Manuel Bandeira, Cortázar. Brasil, Uruguay, Venezuela, Argentina, Chipre, Francia, Irak, Siria, Chile. Grecia como el primer destello que los dioses ctónicos quieren destruir. Un mundo se acaba por televisión y el universo renace en cada agujero negro que es fotografiado. “Estoy lleno de violencia” dice un poema y el poema es siempre el lenguaje.
VIII
Delfos no debe morir. Evohé. Y efectivamente el poema es el oráculo donde los dioses del futuro nos ven, nos escuchan, nos desean. Un objeto inmaterial, como dice el poeta, pero sólido. Sonoro, pero sin sentido. Solitario, pero mental, es decir, universal.
IX
La fuerza de un poema, “Del niño en la línea de la flotación”, rompe el papel del poema. No explicarlo. Lo explico. El tecleo broquela la página. Un punto final antes del fin.
X
Cito. Cita: “Lo siento fiesta/ pero no bailaré/ con tu música”.